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A LOS BUSCADORES SINCEROS

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La Tradición Iniciática Occidental y el sendero o vía a seguir en la variedad de enseñanzas con que a día de hoy conviven actualmente en pleno siglo XXI, nos esboza claramente donde poner en órden las ideas del pensamiento filosófico, en que teoría y práctica, convergen hacia un resurgimiento con las líneas más clásicas y modernistas en el panorama de las doctrinas.

Pues no es menos cierto que el ser humano y generalizando en toda su extensión, ya sea por religiones, estatus social, raza, o convicción de pensamiento, desarrolla en el transcurso de su vida en el planeta Tierra, toda una amalgama (la unión o mezcla de cosas de índole contraria) de cuestionamientos: doctrinas, filosofías, analogías aparentes, etc., donde tienen lugar para el deleite de sus emotivos egos, toda introducción de contrastes y en conformidad de las analogías. ¿Pero acaso, nos hemos detenido en pensar lo verosímil del asunto y de las cuestiones que nos ligan en este inhóspito mundo de acertijos, donde lo que todo empieza, termina, y a la vez acontece un determinado cambio? ¿O es que, sólo vivimos de forma sucinta dejando pasar el tiempo, sin la más mínima especulación de quién somos nosotros, para qué vivimos y a dónde vamos? Indudablemente, en cierta forma es así; de ahí nuestros intereses por destacar sobre los demás, las rivalidades o competencias, o el mundo tecnológico e industrial del que formamos parte y en que ahonda en nuestra existencia; de tal manera que nuestro paso por la civilización en la que permanecemos, no deja otro lugar que el ya mencionado; sin preocuparnos siquiera por los asuntos que realmente sí merecen la pena de al menos recordar. ¡Pero claro!, habrá quién piense de todo lo comentado que está muy bien, aunque no sin dejar en aclararnos, lo fútil en todo ello.

Lo realmente cierto es menoscabar en lo dilucidado, sin embargo, y teniendo muy en cuenta desde que el ser humano es lo que es, debo de anotar que las cuestiones que sí tienen importancia en el vivir cotidiano, son las formas en las que nos procuramos para poder subsistir; dejando de lado todo lo que no concierne a esto mismo. Pero en todo este desarrollo de cuestionamientos, no debemos de dejar pasar por alto, el vínculo arraigado con que en nuestras culturas se ha dado lo que concierne a nuestra esencia más primordial y que comprende al Espíritu. O sea, un principio generador y de carácter íntimo como sustancia de vigor natural y virtud, que fortifica y alienta nuestro cuerpo material en el que poder obrar.

Las vicisitudes con que concurren y tienen cabida en las aparentes fenomenologías de este mundo incierto, pero a la vez real, han sido demostradas y siguen demostrándose de forma empírica y manifiestamente desde la experiencia; pero no por ello pueden demostrarse siempre y de manera categórica, ya que, estamos supeditados a una gran variedad de circunstancias para que dichos fenómenos tengan lugar. ¡Por ejemplo! en los acontecimientos que concurren manifestaciones in situ, y derivados de los trabajos teúrgicos, las operaciones llevadas a cabo tienen una serie de componentes que sin duda, se ven todas ellas en conexión mutua. Es entonces que en todo este cúmulo de elementos se puede llegar a apreciar y valorar, lo que realmente siempre ha sido como lo inalcanzable; y extremadamente como infundado para todo profano.

Esta magia, la cual se ha reconciliado con el ser humano en el transcurrir de todos los tiempos (por ejemplo: la del periodo helénico), ha demostrado su interrelación, ya desde tiempos primitivos y con la religión de entonces, hacia un camino de conversión (utilizado a efectos) para la convivencia de ambas. ¿O acaso, no es menos cierto que tanto el magista como el teúrgo al igual que el sacerdote en sus operaciones eclesiásticas, se corresponden a utilizar en dichos trabajos sus peticiones pasivas como las más dinámicas en el momento de entablar contacto con la referida divinidad? Y aquí volveríamos otra vez a esa escenificación real y que tanto ha tenido lugar en las culturas, cuando unas, tomaban a las otras para conquistarlas, y a la vez, adecuarse ciertos comportamientos o costumbres con que han tenido presencia mismamente, entre caldeos, asirios, o la tan nombrada cultura grecorromana, como así también la egipcia.

En el control por la naturaleza, también ha tenido posición la idiosincrasia en los intereses por tal fervor y sin el sopesamiento de aprender (entiendase), o investigar hacia ese conocimiento de alta pureza para el comprendimiento futuro de las acciones de causa y efecto, en el que los científicos o los bien intencionados místicos, depuraban sus lastres con la intención y único fin, de seguir su senda (la que le correspondía) pero sin querer percatarse en la unión de su brazo con la de su otro hermano, en el direccionamiento de la simbiosis que debiera de haber tenido para la adaptación y la captación de la querida Sophia. Sin embargo, autoridades en estas materias como Abrahám, Moisés, Salomón, Jesús de N., Simón el Mago, Basíledes, Valentín, y otros tantos en el sendero de su Iniciación personal, supieron destacar la importancia de los hechos, de las causas y efectos con que han imperado en este campo del saber. Desde los clásicos, hasta renacentistas y modernos, todos ellos guiados por el halo invisible de las circunstancias y considerados como taumaturgos.



Coordenadas Metafísicas

En las limitaciones que encierran a las corrientes o sustancias energéticas de los trabajos a realizar, cabría decir lo difuso del asunto al percatarnos además de que en las manifestaciones y de las cuales nos utilizamos a razón en la usanza de la vía que optemos: positivo/negativo, luz/oscuridad, bueno/malo., debería destacarse y definirse para una concreción correcta, que la energía en sí es una sola, y su objetivo bien definido es lo que entraña que obtengamos dicha fuerza tanto hacia uno como a otro lado de sus opuestos. Por lo tanto, esto queda sujeto a la disposición en la cual somos partícipes ya sea en mayor o menor grado para la realización de la Gran Obra y en la que nos ponemos a actuar. Pero si tenemos que entrar a definir las cuestiones con respecto a las jerarquías, potencias, ánimas o espíritus determinados y del curso a seguir de estas por deformación nuestra, como energía generada a partir de la obra creadora y divina, se tendría que establecer si la misma pertenece a un nivel inferior a su creador y si el resultado de lo que se produce tiene alguna relación directa con dicha divinidad. De igual forma, en los momentos del trabajo con entes angélicos u otras potencias que a nuestra llamada puedan llegar a mostrarse, como resultado de la invocación en la multitud de sus formas, también tropezaríamos ante la vicisitud de la escena encontrada que ante en un primer hallazgo observatorio, nos dispondríamos a absorver intelectualmente sobre si éste, es o no es parte de la referenciada divinidad, o tal vez ante el asombro nuestro por tratarse de un efecto trampa del bajo astral. Y en qué grado de los aspectos comentados, difieren uno del otro, y en que manera se demostraría tanto por su materia como por su carácter más vibracional e inmanifiesto a los ojos del observador; aunque es indudable y no por ello incierto, que en una mayoría de casos los comunicados llegan a realizarse por un contacto hacia la mente del que opera. Pero ante el encuentro de las prácticas referidas me estimula bastante pensar en el cometido de éstas y el sentido al que se le debería de conceder. Partimos de la conclusión de que hay por lo general, uno o dos fines de los que el operante se beneficiaría y esto es, para sí mismo o hacia los demás: egoíca, o, altruistamente; pero objetivamente, pues tampoco nos resulta nada nuevo cuando afirmamos que los fines perseguidos sean para actuar sobre la naturaleza física o material de las cosas, o de las personas, y que bajo el influjo de la propia fuerza en sí misma, se caracterice este proceso sin recibir algo a cambio de ello; pues dejando a un lado las necedades, la experiencia nos ha demostrado que los vínculos interactuantes son sometidos por una fuerza de la cual es imposible dar testimonio. En los conocidos grimorios, palabra que se relaciona con la gramática y de la que se cree que derivó la conocida magia negra, proveniente en su origen de la semántica griega Necros/Mantica y en alusión del proceder en la invocación de los fallecidos (también de igual forma hacia divinidades o aspectos oscuros), llegó a tomar otras acepciones lingüísticas y en relación a lo diabólico al aceptarse que serían los mismos demonios los que sí acudirían en representación a la evocación, por negarse entonces la imposibilidad de que fueran los fallecidos los que pudieran presentarse ante el operador mediante determinados conjuros, cuestión ésta de la que se dudaba y por la que se empezó a dar más sentido a esta otra diferenciación en los términos o vocablos. Esta clase de grimorios y que han estado con el transcurrir del tiempo sometidos a estar condenados por el vulgo común, han tenido la impronta de preservar su origen persa, caldeo, egipcio o griego (entre otros), con la notoriedad de verse controvertidos por ser discutido el fin y el uso de cada uno de ellos, por ser un compuesto de variedades en su misma confección. También indican en sus antecedentes, otros tantos de procedencia judía y muy diversificados en pleno apogeo del Medievo, cuando no, en los tiempos de la era cristiana e incluso muy anterior a ésta. En los círculos espíritas hay una frase que se conoce y que fue promulgada por los entes espirituales, la cual dice así: "La forma no es nada, el pensamiento lo es todo", aunque cabria decir y aprovechando este instante, de que dichas prácticas espíritas han estado siempre amenazadas tras el ojo observador, de los bien diferenciados científicos y en relación de consonancia, ante los aspectos conocidos de esa sabiduría sacra con que ha llegado a entenderse como la Magia Ceremonial o más precisamente, la Teúrgia Sacra o Ceremonial; por entenderse que el fin último de toda práctica es una realización evolutiva de Reintegración y al unísono con la misma divinidad. Esto viene a decir sobre la importancia de las ideas y en que dicha analogía o disonancia de las palabras y sus acciones, éstas pueden llegar a cobrar vida propia por intercesión nuestra. Ejemplo de ello, tenemos las parábolas de nuestro redentor cuando nos afirma en toda regla lo importante del asunto como ejemplo de ello en las cualidades de la oración:

1. "Cuando oréis, no os asemejéis a los hipócritas, que aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. En verdad os digo, recibieron su galardón. Mas, cuando orareis, entrad en vuestro aposento y, cerrada la puerta, orad a vuestro Padre en secreto; y vuestro Padre que ve en lo secreto, os recompensará..." (San Mateo, cap. VI, v. 5 a 8).

2. "Cuando estuviereis para orar, si tenéis alguna cosa contra alguno, perdonadle, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone también vuestros pecados. Si vosotros no perdonareis, vuestro Padre, que está en los cielos, tampoco perdonará vuestros pecados" (San Marcos, cap. XI, v. 25 y 26).

Es la forma en que se ruega o se pide al igual que nos decía nuestro Maestro Jesús, ya que en esta clase de intervención -al rogar-, no deberíamos de ponernos en evidencia, queriendo decir que para tal premisa, se debería de rogar en el más absoluto secreto como si de una confidencia se tratase, en que la sinceridad de la petición, plegarias o letanías, serán percibidas -en nuestra creencia- por su humildad, y no así, en la cantidad de las mismas referidas. En las connotaciones posibles de la eficacia en la oración, toma la importancia correspondiente cuando advertimos en el ser humano el principio del libre albedrío y con conciencia individual para los planes aquí en la Tierra, ante las leyes naturales e inmutables de las que Dios no puede anular porque sí, como si tratásemos en querer deshacernos de ella, más bien como digo, por tener el derecho como seres independientes en el marco que indudablemente se nos establece dentro de la Creación. Es de esta manera que el Creador posibilita a la mujer y al hombre con la libertad suficiente para obrar a conveniencia, pero con las consecuencias propias que rige la naturaleza. En el adagio o máxima: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá" (San Marcos, cap. XI, v. 24), frases como ésta, no nos debe hacer creer la rigurosidad con que nos advierte el contenido de la facilidad para obtener tal o cual cosa, pues de ser así al menos de forma inmediata, vulneraría sobradamente las leyes naturales a las que estamos expuesto y por consiguiente, nos inclinaría a pensar de una manera más libertina (libertinaje) por los deseos monstruosos a los que tendríamos acceso. Pues es la Providencia la que sabe más que de sobra, lo que nos puede convenir en el curso de nuestra existencia. Todo ello no quita, que si al dirigirnos con fe fehaciente a Nuestro Divino Creador, con confianza y la más absoluta pureza de pensamiento hacia su inquebrantable, divina y dichosa potestad, no quiere decir que no optemos a las herramientas adecuadas para que salgamos por nosotros mismos de la situación requerida; con la ayuda y más que cierta, de aquellos seres que nos guían y protegen ante los advenimientos de nuestra existencia. En la máxima siguiente nos advierte de: "Ayúdate y el cielo te ayudará", con la esperanza de que utilicemos las facultades que nos son propias para tales menesteres, aunque claro, alguien podrá pensar lo poco emotivo en la referida destreza. Si esto fuera así de fácil, la constancia y el esfuerzo para ganarnos el pan que comemos todos los días, quedarían en un segundo plano por estar reñidas con las leyes de la naturaleza que nos gobiernan. Pero si rogamos a Dios para que nos ayude en ese mismo instante, serán las fuerzas elementales de las que estamos provisto ante la súplica sugerida para que nos asista en ese momento idóneo, en que las vicisitudes de la vida nos ha franqueado ante la circunstancia (tal vez?) de su causa y efecto. Pero si la ayuda espiritual hubiera intervenido en ese instante de agonía o desesperanza, habría sido convencido de la intervención de la Providencia. Es a través de la oración que se consigue el favor bien intencionado de los seres espirituales para la inspiración de nuestras acciones y que a través del pensamiento, lleguen a percibirse los más destacados ideales subliminales que nunca hallamos podido recibir. Tanto es así, que es por mediación en la sintonía con el alma, que lograremos de igual manera recibir los más destacados tesoros con que nos ilustra El Creador. No olvidemos de estas apreciaciones colaterales, la instrucción en que se nos hace partícipes como "moratoria" incuestionable, para solventar en los plazos oportunos nuestras más humildes flaquezas como el infortunio de lo que pudiera ser. Y aunque no lleguemos a tiempo para frenar las vicisitudes en que nos ha hecho partícipes en manera negativa, siempre tendremos el consuelo de contentarnos y alentarnos, por cuantos pensamientos fructuosos en el deleite de al menos ser avisados ante la solicitud de los espíritus (como el vapor sutilísimo que exhalan el vino y los alcoholes de nuestra más interna esencia), para no caer y tener resistencia de aquellos pensamientos negativos. Si la oración ejerce una determinada acción magnética, se podría pensar que su acción queda al amparo, pero subordinado por el poder intrínsecamente fluídico o esencialmente acaparador con que actuaría; ya que los espíritus ejercen esta acción en el ser humano, supliendo por completo en el momento preciso la insuficiencia del que en ese momento ora, obrando directamente y haciéndole merecedor del favor en que le sustenta. Si por el contrario no creemos ser merecedores de ser escuchados del poder con que se nos dignifica, a pesar de ello, se nos tendrá en cuenta por Nuestro Dios por la intención caritativa y humilde en la escenificación de nuestra postura por ser ella verdadera. El poder de la oración puesta en acción por el pensamiento, favorece completamente incluso, cuando es manifestada en compañía de nuestros semejantes , por ser una acción poderosa que en asociación a un mismo pensamiento y objetivo, traspasa las barreras de los campos energéticos más sutiles. De igual manera es, y en el consuelo del fervor con que se haga, el poder ejercido sobre una sola persona por la comprensión de sus significativas oraciones dónde el contenido de las palabras conmueven al corazón. Esto es así porque las palabras deben de representar una idea transparente, veraz, y con un contenido potenciador que complete la operación del manifestante. Si por el contrario la oración es dignificada a través del corazón por el pensamiento y con plena confianza, la llamada será auspiciada y nos proporcionará la suficiente protección para nuestro alcohol más interno; la sustancia más perceptible de nuestro corazón; la esencia, como la sustancia más aromática en la rosa, que junto a la visión de sus pétalos, nos llega a deleitar inconfundiblemente. Esta oración realizada por el cristiano, místico o teúrgo, o cualquier otra persona de condición espiritual en la confesión de culto a la que pertenezca, debe de realizarse desde la profundidad del alma como la frescura del rocío divino en el acontecer de la aurora. En su más completa soledad, en el oratorio, sin intervenciones que oportunen en lo más mínimo, sin objeciones, en la más absoluta tranquilidad de la quietud equilibradora."En los postreros días (dice el Señor), yo derramaré mi Espíritu, sobre toda la carne; y profetizarán vuestros hijos, y vuestras hijas, y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros ancianos sueños. En aquellos días derramaré mi Espíritu sobre mis siervos y sobre mis siervas, y profetizarán" (Hechos de los Apóstoles, capítulo II, v. 17 y 18). En lo Objetivo del Asunto, Nuestro Divino Creador, dió las muestras suficientes para que la Luz poblase el planeta, llegasen las muestras más que suficientes para recibir la señal de la inmortalidad, y con el asombro de los seres encarnados ante las manifestaciones de los espíritus en todas las partes del planeta, para que la comunicación revelada a todos en sí, sea la señal "del cumplimiento de los tiempos predichos". Por ello, para el asombro de todos y en el conocimiento de sus posibilidades, se le ha favorecido con las herramientas adecuadas para profundizar en el mundo de lo invisible.

Sea como fuere ante el advenimiento de los seres para el soporte continuo de éstos hacedores, la figura del guía, místico o teúrgo, posibilita toda transcomunicación con el fin de transmitir a todos los seres humanos las instrucciones y enseñanzas con que tiene lugar a través de estos entes espirituales; siendo ellos (los sensitivos) los encargados de canalizar las comunicaciones en la misión dadora que como objetivo les ha sido favorecidos por el Supremo. Estas enseñanzas, deben de ser el instrumento que guíe el camino de aquel que las espera, con la advertencia moral de que no sean utilizadas para el favorecimiento egoico, de ambición e intereses personales con que satisfagan su propia lucencia. Pues sería su propia conciencia la que no dejaría que entrase al tabernáculo tan sumamente buscado por los hombres de codicia; con el desprestigio en que se diese lugar al ser repudiado por sí mismo, como acción sacrílega al favorecer sus instintos, y habiendole sido entregado para el mejoramiento de él y de la raza en general. Todo aquel que quiera ver incrementado su conocimiento por las capacidades facultativas, debe abstenerse de lo anteriormente dicho y progresar por el camino de la moralidad, absteniendose a lo que le conlleve al desvío del trabajo en sí. Si el fin único y primero tiene por orden la intregración de su mejoramiento para él y sus semejantes, debe situarse en el camino con un alto grado de moral, donde lo sitúe para el desarrollo de sus capacidades y el aliciente de seguir progresando para las enseñanzas que se le seguirá instruyendo.



Esencia Espiritual y Espiritualidad

El Espíritu como principio inteligente de la Creación, tiene un desenvolvimiento en el Universo en distintos estados y categorías de mundos. Se crearon ignorantes y sencillos, quedando por tanto sujetos a la Ley evolutiva con la intención de que fueran adquiriendo cualidades o aptitudes como la moralidad, o el conocimiento intelectual, y pasando por las fases de las encarnaciones; en sus primeras fases reciben el don de pensar (bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano respecto a Dios), y a posteriori se encuentran dirigidos por el instinto más puro e innato con que son creados en la naturaleza; después, son dirigidos por la inteligencia, para pasar a la razón del ser, y de ahí a un estado puro de conocimiento como ángeles. No tienen sexo y no son divisibles. Cuando están desencarnados y habitan en el plano espiritual, se encuentran a la espera en el mundo errante... Al hacernos una primera idea sobre el espiritualismo cabe destacar, que en aquellas personas que tengan el convencimiento aparte del intelectualismo y de lo experiencial, que no todo nuestro ser está compuesto de materia, se le puede llegar a calificar como persona espiritualista; pues el simple hecho de tener la creencia en la existencia de un alma, o alma espiritual, e identificando a dicho ser humano en la consideración después del fallecimiento como ser esencial único y con individualidad, mantendrá una aptitud contraria y completa frente al materialismo (a pesar de poder prescindir si así lo precisa, de la creencia en los espíritus); pero esta cuestión de la transcomunicación y que en muchos casos tiene que ver con el bajo astral, tiene una consecuencia no muy bien vista por determinados círculos esotéricos; precisamente, por no darse la condición de ser una operación para el provecho de hacia los demás, pues es indiscutible la fundamentalidad de las operaciones con que debieran realizarse en la recepción comunicativa de los conocimientos por parte de la Divinidad, siendo estas mismas completamente demostrativas en materia de teurgia; y en la consecución del mejoramiento de la raza humana. Pero qué duda cabe, que en las manifestaciones ocurridas en determinadas doctrinas, tienen el completo convencimento de que la ayuda ofrecida es un bien demostrable, al constatarse éste en los parientes y amigos fallecidos, y que de igual forma llega a darse en la persona consultante. Entre tanto, la persona introducida en estos derroteros y que profesa la doctrina propiamente expuesta, debe ser denominado espiritualista, sin que por ello tenga que ser o adoctrinarse como espiritista, esotérico, místico o taumaturgo; en la misma sintonía, el espiritualista es aquella persona que profesa en sus creencias la inmortalidad del alma. El alma en su estado emancipativo al desprederse de sus vínculos materiales, adquiere en su original existencia ciertas facultades con la posibilidad de tener encuentros más certeros en la comunicación con los seres corpóreos; este hecho se da principalmente por mediación de los sueños, del éxtasis, en la doble visión, etc. Según el diccionario de la Real Academia Española, nos define el espiritualismo como la doctrina filosófica que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales, o, el sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma, y se contrapone al materialismo. El espíritu (del latín spiritus, y compuesto de spirare - soplar) o los espíritus en las doctrinas mencionadas, son los seres incorpóreos e inteligentes que emanan de la creación, poblando el universo más allá del mundo material, corporal o físico, en que son ocupados dichos lugares. También, en dichas doctrinas se nos expone sobre la naturaleza íntima de los Seres desencarnados como "desconocida", al no poder designar nada al respecto (los desencarnados), por motivos de ignorancia e insuficiencia de nuestro lenguaje. Además, dichos espíritus, llegan a estar formados de una sustancia, en la que la materia más grosera (la cual induce en nuestros sentidos) se nos escapa en posibles términos técnicos por no poder establecerse una idea más en acorde. En su situación evolutiva, también tiene grados como es lógico pensar, de sus estados de pureza, lo cual también llega a ser comprensible, dado el poco conocimiento que a pesar de ello se tenga al respecto; al menos, en las bases y a día de hoy, quedan ya un tanto establecidas; en entonces cuando entrarían las comparaciones de definición cuando se expone que su grado de pureza es comparable al brillo de una llama, en mayor o menor grado de vibración, tono, y en base a la percepción. Pero si queremos llegar a la cúspide de la razón en cuestión a este espacio tan controvertido, es preferible pensar por lo pronto, que aunque determinados e Ilustres personajes los cuales han pertenecido a muy respetables doctrinas o iglesias, y que se han dado a conocer por su gran consonancia y destreza en las directrices para el bien de esta humanidad, tuvieron un proceso más bien corto por estos campos del saber, de ultratumba y bajo astral en que estuvieron sometidos.En conclusión al tema y más bien controvertido por la empatía o diferencia, en cuanto a la autoría de tal o cual concepción que se le quiera dar, por el mero hecho de pertenecer o considerarse con determinadas atribuciones, es de importancia singular en aclarar que: son espiritualistas, todos aquellos seguidores, practicantes, o simplemente simpatizantes, que pertenecen o comparten el Cristianismo, Judaísmo, Brahmanismo, Islamismo, Budismo, y otro número aún más extensivo de personas que no por querer atribuirse cualquier término por su arbietrariedad a sus ideales, estén o no demostrados por la conceptualización de un mayor número de gentes que hacia otras en menor cuantía, en el empeño de ser ellos mismos. Considerando además, que todas estas religiones tienen diferenciaciones entre sí mismas por las revelaciones que las originaron y en la fe misma de sus puntos de vista. Siendo cierto, la constancia de la inmortalidad en cada una de ellas, como también en grupos, doctrinas, iglesias o comunidades. Respetando a toda clase de religiones, creencias y cultos donde la libertad y la nobleza les da la fe suficiente para profesar de manera independiente y autónoma. Pero ahondando algo más y con el detenimiento que merece esta obra, introduzcámonos en profundidad en la materia que nos ocupa, y que refiere a la teoría que de modo breve y plausible (también en su praxis), se ha desarrollado en el transcurso de estos comentarios, sobre un análisis en la historia de la Gnosis, y en el devenir de los tiempos en que ha dejado constancia.

Pero que duda cabe que en las intenciones por demostrar en las gentes con anhelo de lectura, y un alto grado por adquirir conocimiento en la materia que estamos tratando, entre éstos siempre se encuentran personas nada satisfechas cuando asoman a la luz, toda clase de divergencias y reglas autoritarias que desvirtúan la magnificencia de esta realidad divina, si cabe determinarla así en su concepto. Pues si bien es cierto que en España en el comienzo del siglo XIX, todo lo que tenía que ver con disciplinas o doctrinas puramente heterodoxas, eran rechazadas y dejadas al olvido por cuanto a esa Inquisición Española de Santo Oficio que había tenido lugar en el transcurso del tiempo, y que originó con ello todo un desenlace de escándalos que obligaron hasta ya entrado en pleno siglo XX, el olvido en todas ellas y la aniquilación de textos que desde el siglo XVI se hacían proliferar. Aunque las sociedades generacionales y modernas con que han ido aconteciendo desde mediados del mencionado siglo y llegando hasta el actual siglo XXI, han despertado todo un resurgir de templos, logias y demás comunidades, apostando por implantarse desde que entraron en sueños (letargo) para renacer nuevamente. Pues solo hay un fin ante tan evidente motivo, ya que, si queremos seguir trabajando para implantar en la sociedad que nos corresponde, el establecimiento de una teocracia establecida y en provecho de toda la raza humana, seamos autoconscientes y emprendamos de manera firme lo que aún queda por descubrir. El conocimiento a través de la Gnosis.



In Lvx et Nox